No tengo manos,
tampoco puedes leerme entre las costillas
que se han astillado
junto al pasar de los carros
fuera de este encierro
veo tanto
en esta celda
húmeda
donde las horas/barrotes
oxidan los minutos
y se que nadie creería
que por esta rendija
pasan los hilos del mundo
desde mi boca
seca.
Me han dejado un reloj
sí, verde de musgo
e
inunda el hedor a nada
y, es ahora
cuando intento descubrir si aún tengo dientes
si puedo morder
y desencadenar
la
LIBERACIÓN.
jueves, 1 de noviembre de 2007
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